El Cementerio de Arlington en Washington

Pocos sitios son tan respetados en Estados Unidos como el Cementerio de Arlington. Cerca del Río Potomac, a las afueras de la ciudad de Washington se encuentra el que se considera uno de los cementerios más grandes de norteamérica.

En sus más de 250 hectáreas, en el Cementerio de Arlington se encuentran miles de héroes americanos que cayeron en guerras como la de Secesión, las Guerras Mundiales, la de Vietnam o la invasión de Irak, expediciones espaciales como la tripulación del Challenger o la del Transbordador Columbia o quizás la familia política estadounidense más conocida, los Kennedy.

Historia del Cementerio de Arlington

El terreno incialmente se iba a utilizar para otro uso. Se dice que los herederos de George Washington, primer presidente de EEUU,  construyeron una mansión en unos terrenos a las afueras de la ciudad. Uno de ellos, después de una fructífera carrera militar con el Ejército de la Unión, Abraham Lincoln le ofreció a Robert E. Lee la posibilidad de ascenso.

El rechazo de la oferta y la posterior huida al otro bando hizo que por traición se enterraran los cuerpos de los caídos unionistas en los jardines de su mansión, al otro lado del Río Potomac.

Se dice que en 1864 ya había allí enterrados más de 7.000 soldados. Obviamente, la familia huyó del lugar y cuando quiso recuperar las tierras que le pertenecían lo único que consiguieron fue que el gobierno se las comprara por 150.000 dólares.

Recomendaciones

Llegar al Cementerio de Arlington es relativamente sencillo. A través del puente situado a las espaldas del Memorial de Lincoln hay un puente sobre el río y al otro lado se encuentra el cementerio. El metro tiene una de sus paradas junto al cementerio.

Hay tres puntos principales a visitar. La zona donde descansa los miembros de la familia Kennedy, la Tumba del Soldado Desconocido y el famoso Memorial de Iwo Jima. Es donde se encuentra una gran estatua de bronce de un grupo de soldados levantan una bandera de Estados Unidos.

El cementerio es muy grande y hay que orientarse bien. Es bueno coger uno de los mapas a la entrada para no perderse. El lugar por su sencillez y homogeneidad en cuanto a las lápidas, no hay muchas referencias en las que basarse.

Los que allí yacen no son de multitud de creencias. En muchas de ellas aparece el nombre del fallecido, fechas de nacimiento y muerte y su credo.