Cerca de la costa mediterránea, a unos 20km de la capital de Túnez, se encuentra Sidi Bou Said. Una población turística que destaca por tener todas las fachadas de color blanco y las puertas y ventanas de un azul celeste que la hace visible a distancia.

En el pueblo no hay más encanto que visitar sus callejuelas empinadas y disfrutar de unos colores que le hacen único. Destaca quizás los miradores de la bahía y sus cafeterías donde tomar un café o infusión transportándote al pasado.

Blanco y azul

Quizás haya que otorgar el mérito a Rodolphe d’Erlanger, un pintor y músico francés que situó en la población uno de sus centros de inspiración y que hoy es el Palacio d’Erlanger. Fue el mismo Rodolphe el que «impuso» que toda la villa conservara esos colores y la excusa por la cual actualmente miles de visitantes acuden a Sidi Bou Said.

Se cree que el nombre de Sidi Bou Said proviene de «Señor aquel qué». Conserva desde 1920 los colores que Erlanger aprobó en ley durante la ocupación francesa.

Qué ver

Es una población pequeña que destaca por sus colores pero no tiene grandes puntos de interés. Si bien es cierto que su proximidad a Cartago hace que Sidi Bou Said sea la guinda perfecta a la visita de las ruinas de lo que fue la capital del imperio de Aníbal y Asdrúbal.

Entre los cafés destacables se encontraría el Café des Nattes o el Café Sidi Chabaâne desde el cual las vistas son increíbles. Las tiendas de artesanía, marroquinería, plata o telas abundan por todo Sidi Bou Said.

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